La realidad del certificado energético

Desde que en junio de 2013 se obligase el certificado energético de viviendas existentes, ya podemos tener las primeras conclusiones. Tenemos un parque residencial muy deficiente por su edad y derrochadores de energía, ya que el 43% de las viviendas ha resultado con la letra G (la calificación más baja), por lo tanto, tenemos una asignatura pendiente en eficiencia energética con viviendas muy envejecidas. La solución no es otra que el estado invierta en ayudas a la rehabilitación y sobre todo, en concienciación ciudadana, ya que otro dato a tener en cuenta es que los compradores no tienen en cuenta la calificación de la vivienda a la hora de decidir, y ¿Por qué si lo hacemos con los electrodomésticos?

Desde que en 2007 se aprobara el CTE para nuevas construcciones y 2013 se obligara el certificado energético de viviendas de segunda mano que vaya a alquilarse o venderse Tinsa Certify ha hecho una radiografía en base a su muestra. Hasta el 43% de las etiquetas cursadas por esta firma (más de 40.000) ha dado como resultado la letra G, la menor calificación, mientras que otro 14% ha obtenido la F y el 36,9% la E. Apenas un 5% de las casas logra etiquetas A, B, C o D. Estos resultados demuestran que tenemos un parque inmobiliario poco eficiente además de envejecido.

Desde que se obligó el certificado energético el ciudadano lo ha percibido como otro impuesto y no como un medio diferenciador entre una casa eficiente y otra inefiente, ya que no es consciente de las ventajas económicas del ahorro energético. Un ejemplo es una vivienda de 100 m2, con letra G tendría un gasto de 2.500€ al año, con la letra E 1.200 € y con la A 200 €.

Ahorro_energetcio

La compañía iEnergy ha elaborado una simulación de cómo un piso en planta intermedia en un bloque de vivienda colectiva en Madrid de 90 metros cuadrados con etiqueta G puede convertirse en una letra B. Bastaría con mejorar la envolvente (invirtiendo 6.800 euros) o las instalaciones (4.800 euros) para que escalara a una calificación E. Realizando las dos actuaciones conjuntamente, la casa llegaría a la D. Es decir, con unainversión de 11.600 euros se ahorrarían 1.675 euros al año. Esta misma casa podría llegar incluso a rozar la máxima eficiencia si se le dota de energías renovables. Por un coste añadido de en torno a 5.000 euros subiría incluso a una etiqueta B, con lo que rebajaría hasta en un 88% sus emisiones de CO2 respecto a su estado (G).

Por lo tanto, necesitamos medidas urgentes para revertir esta situación, como el impulso de la rehabilitación de viviendas eficiente (como el plan PIVE del automóvil), incentivos fiscales que favorezca a los que ahorren energía, como por ejemplo rebajas en el IBI y sobre todo la concienciación. La iniciativa privada también debería participar, un ejemplo, es Triodos Bank que ofrece hipotecas vinculadas al certificado energético.

Si quieres saber más sobre el certificado energético  puedes leer nuestro artículo "Certificado energético viviendas existentes".

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